recoge el caracol dorado de Acapulco
y cómprate un reloj de agujas algodonas,
desbatániate, no leas mi blog, no leas mis versos,
abandona el metal de mis trenes sombríos
y aspira las begonias serenas del ocho,
pero deja en paz a la Iratxe mía,
no ladres a la Iratxe mía,
no la cites,
no la roces,
corre y olvida y escapa y vuela sobre Susa,
perfúmate en lavanda o en cerezas rojas,
vete a Pekín y a Florencia, toca sus cuadros,
visítate, postálate, muséate, catedrálate,
sorbe del París entero el gris de sus gárgolas
y no te olvides el pasaporte español en casa,
pero deja en paz a mi Iratxe,
no hagas llorar a mi Iratxe,
no la confundas, no la pretendas,
no la compares.
Míos son el gorrión y la ronquera.
Yo soy el que ha curvado el viento, yo
fabriqué el arpa de las confusiones,
yo soy el que canta.
Quédate contigo la tuya Iratxe
pero deja conmigo la Iratxe
de mi Iratxe mía.